“Considera el bien que han hecho a tu alma los que, durante tu vida, te han fastidiado o han tratado de fastidiarte”. “Otros llaman enemigos a esas gentes. Tú (….), siendo muy poca cosa para tener o haber tenido enemigos, llámales <<bienhechores>>. Y resultará que, a fuerza de encomendarles a Dios, les tendrás simpatía”.