Una anécdota muy interesante acerca de la importancia de reconocer a las personas, cómo a veces podemos salvar hasta una vida con decirle una palabra a esa persona que amamos, que muchas de las veces no lo hacemos por estar muy ocupados en otras cosas, como el caso del joven de esta anécdota que al escuchar que su padre le decía que lo amaba y era importante para él impidió que se suicidara que en ese precisa noche lo iba a hacer al pensar que su padre no lo quería.
Una maestra de Nueva York en el último curso de bachillerato decide homenajear a sus alumnos con un método ideado por Hélice Bridges de Del Mar, California. Para esto hizo llamar a la pizarra a cada uno de los alumnos, diciéndoles lo importante que, eran para ella y para la clase. Después a cada uno le dio una cinta azul en la cual decía “Sí que importa quién soy”.
Y decidió hacer una investigación para saber qué influencia tenía en las personas el hecho de ser reconocidos, así que encargó a sus alumnos hacer una investigación dándoles 3 cintas azules a cada uno de sus alumnos para que cada uno hiciera un reconocimiento a una persona y le dieran la cinta azul, para que esta persona hiciera lo mismo y hacer un seguimiento para saber qué efectos ocasionaría.
Uno de los chicos decidió darle el reconocimiento a un joven ejecutivo, ya que él le había ayudado a planificar su carrera, le dio la cinta azul y le dijo que en la escuela estaba haciendo una investigación de qué efectos tenían en las personas por lo cual le puso la cinta azul y le dio otras dos, pidiéndole que hiciera lo mismo, que encontrara a una persona a la cual le podría reconocer algo y también le diera la otra cinta azul para que él a su vez se la entregara a otra persona.
Ese mismo día el joven ejecutivo fue a visitar a su jefe, que por cierto era bastante gruñón, pero él le dijo que lo admiraba por su creatividad. Al hacer esto el jefe del joven se mostró sorprendido y más cuando él le pidió que le permitiera ponerle la cinta azul a lo cual el jefe aceptó. El joven le colocó la cinta azul en el pecho, sobre el corazón y finalmente le dio la otra cinta y le dijo que si le haría el favor de entregar la otra cinta azul a una persona que él creyera se la merecía, diciéndole también que el chico universitario se la había entregado porque estaban haciendo un trabajo de investigación para ver de qué manera afecta en las personas estas acciones.
Esa noche cuando el jefe regresó a su casa llamó a su hijo de catorce años, tras pedirle que se sentara le dijo hoy me pasó algo increíble en la oficina, fijate que un joven ejecutivo me dijo que me admiraba por mi creatividad y me dio una cinta azul. ¡Imagínate, piensa que soy un genio creativo! Todo emocionado le dijo, y me puso esta cinta azul, que dice “Sí que importa quién soy” y me dio otra pidiéndome que se la diera alguien que según mi juicio se la mereciera.
Todo el camino estuve pesando a quien podría dársela así que me di cuenta que tú eres esa persona quien se merece ese reconocimiento ya que cuando llego a casa no te presto atención, te regaño cuando traes malas notas, así que esta noche quiero que sepas que me importas, además de tu madre, tú eres la persona más importante en mi vida. Eres estupendo le dijo y además te quiero muchísimo.
El chico muy sorprendido empezó a llorar al grado de no poder dejar de hacerlo. Estaba temblando, miró a su padre a los ojos y le dijo: Papá, estaba pensando en suicidarme esta noche, creyendo que tú no me querías, pero ahora ya no es necesario!.
Helice Bridges
Fuente: Sopa de pollo para el alma