Somos amor nada mas por el solo hecho de existir – Anita Moorjani

 Confiar en el propósito que nos dicta nuestro corazón, el ya lo sabe, solo escúchalo 

Anita Moorjani

hay vida despues de la vida from Jose on Vimeo.

Lilou Mace:

Hola, deliciosos co-creadores. Aquí, Lilu, desde Glasgow. Estoy a solas con Anita Moorjani. ¡Hola Anita!

Anita Moorjani: 

¡Hola, Lilu! ¡Qué bueno verte personalmente, por primera vez!

Lilou Mace:

Maravilloso Estamos aquí, en el Hotel Crow Plaza, en Glasgow, en donde las Conferencias de «Tú También Puedes Lograrlo» se van a realizar a partir de mañana. Apenas te vi, cuán sorprendente: es como si te conociera desde antes, especialmente después de esas maravillosas entrevistas que has concedido.

Anita Moorjani:

 Sí, esas conversaciones por Skype fueron maravillosas. Te reconocí apenas te vi venir. Me dije: ¡Oh, Dios mío, esa es Lilu!, te reconocí de inmediato.

Lilou Mace: 

¡Tienes una energía tan hermosa y amorosa! Permanece contigo hasta ahora. Algo verdaderamente milagroso te ha sucedido y portas contigo esa vibración.

Anita Moorjani: 

¡Ah! ¡Gracias! No sé qué decir excepto que tú también portas una energía increíble. Es maravillosa. Me dijiste que viniste en automóvil desde Manchester hasta Glasgow. Me parece increíble tu manera de viajar para lograr estas entrevistas. Todo lo que haces es tan inspirador.

Lilou Mace: 

Busco a personas como tú pues creo muy importante que, en estos tiempos, compartamos estas entrevistas y estos mensajes. La gente está pasando por momentos muy difíciles. Algunos tienen cáncer. Otros están quedándose sin trabajo, le temen al futuro. Tu puedes enseñarnos mucho acerca del miedo porque viviste una «Experiencia Cercana a la Muerte»… De la cual, podría decirse, saliste instantánea y milagrosamente sanada. Hay tantísimas cosas interesantes acerca de una ECM. Realicé una entrevista con el Dr. Raimundo Moody. Él fue quien primero acuñó la expresión «Experiencia Cercana a la Muerte», en su libro «Vida después de la Vida»… La puedes ver en Skype. Hice lo mismo con el Dr. Jeffrey Long.

Anita Moorjani: 

Me alegra tanto que los hayas entrevistado. El Dr. Jeffrey Longo, quien ahora es muy amigo mío, fue el primero en publicar mi historia en su página de internet. A él le debo que mi historia haya sido tan ampliamente conocida y llegara hasta personas tales como Wayne Dyer, hasta convertirse finalmente en un libro.

Lilou Mace: 

A Wayne Dyer lo entrevisté hace como un año en Maui, Hawái y, entonces, ya tenía impresa tu historia, sacada de la Internet.

Anita Moorjani: 

Si, la extrajo de la página de internet del Dr. Long, quien se dedica a investigar las ECMs y la había destacado entre más de 20,000 historias que ha recibido. Él dijo que mi historia era una de las más extraordinarias de las que había leído hasta ahora y así la presentó en su página de la Internet. Muchos la leyeron y la compartieron alrededor del mundo, hasta llegar a Wayne Dyer.

Lilou Mace:

 ¡Qué cosa más hermosa! ¡Me fascina! Hay tantas cosas conmovedoras en esa historia; ante todo, estás aquí, viva, vibrante, disfrutando de la vida; y saludable, ojalá durante muchísimos años. Además estás compartiéndonos cosas acerca de la consciencia total, del amor incondicional, de la luz que sentiste, de la ausencia del tiempo, de la sanación, de la capacidad que tenemos para elegir... de la vida llena de miedos que habías vivido antes. Quiero que hablemos de todos esos temas porque siento que son relevantes para nosotros; son lecciones de vida. ¿Por dónde empezamos? Cuéntanos tu historia, para ponernos en contexto. Empieza desde cuando caíste en coma.

Anita Moorjani:

Bueno, abreviando, mi historia es que padecí de cáncer durante 4 años y se desarrolló hasta el punto de caer en coma. Mis músculos se habían desgastado completamente; tenía heridas abiertas en mi piel y tumores desde la base de mi cabeza, por mis brazos y mi pecho; mis pulmones retenían líquido y requería de un tanque portátil de oxígeno para poder respirar. Llegué a caer en coma y durante él estuve perfectamente consciente de todo lo que sucedía a mi alrededor: de la gente, de lo que estaban haciendo, del equipo médico, de muchísimas más cosas como del propósito mío en este planeta y en la vida. También caí en cuenta de las causas de mi cáncer y, a través de esa comprensión, supe que si elegía regresar a este cuerpo, mi cáncer quedaría curado, sólo con haber entendido qué lo había causado.

Lilou Mace: 

Fue debido a esta comprensión. Además porque te sentías realmente tan bien. Sabías que ibas a sufrir dolor corporal. Aún así, decidiste volver. Había implícita una elección muy poderosa allí.

Anita Moorjani: 

Claro que sí, la elección que tomé fue muy poderosa. Pude elegir entre seguir el camino de la muerte física o retornar a mi cuerpo.

La elección instintiva fue la de quedarme allá, la de seguir allá, en ese reino, el cual era absolutamente fascinante. La elección más fácil era la de permanecer allá porque me sentía tan libre, tan increíblemente liviana y tan incondicionalmente amada. ¡Jamás en la vida me había sentido así!. En seguida experimenté algo como un despertar en medio de un estado de alerta en el cual sencillamente supe que ahora que ya conocía la verdad acerca de quién verdaderamente soy, mi cuerpo se sanaría.

Mi padre y mi mejor amiga estaban en ese reino. Ambos habían fallecido antes. Parecía como si ellos estuvieran imprimiéndome la idea de que debería regresar y vivir mi vida sin ningún miedo. Supe que ahora que ya lo sabía, mi cuerpo se curaría. Sencillamente lo supe. Ni siquiera se pareció a eso de desear en medio de una ensoñación. Lo supe. Incluso, después de mi regreso y, a pesar de que mi cuerpo necesitó de un tiempo físico para recuperarse, muy adentro de mí, en mi alma, en mi consciencia, independientemente de cómo quieras llamarla, yo sabía que ya estaba curada y que mi cuerpo pronto se emparejaría conmigo.

Lilou Mace: 

¿En cuántas horas o días desaparecieron estos 21 tumores?

Anita Moorjani: 

Bueno, durante los siguientes 4 días se habían reducido en un 70%. Los médicos estaban atónitos y tuvieron que esperar a que yo me fortaleciera un poco más para poder realizar, durante las siguientes dos semanas, todos los exámenes de rigor para saber en dónde estaban todas esas células cancerosas. ¡Y no pudieron encontrar rastro alguno del cáncer! En cinco semanas, ningún examen pudo encontrar rastro alguno del cáncer.

Lilou Mace: 

¿Cómo reaccionaron? A pesar de que ellos deben estar siendo expuestos a más y más testimonios acerca de lo inusual, asumo que algunos de ellos están abiertos y otros, incluso, les den la bienvenida; o le piden a las enfermeras que les den información a medida que ésta va siendo conocida; pero, ¿qué pasó en ese momento?¡Sus mentes debieron haberse quedado en blanco!

Anita Moorjani: 

Quedaron en shock… en ese momento. Había varios médicos atendiéndome y, uno de ellos, mi médico de cabecera, no encontró otro recurso que aparentar regañarme: «…¡Vaya el susto que nos diste!…» Por otro lado, el oncólogo no sabía qué hacer con mi caso. Posteriormente, otras personas estudiaron mi caso, pero no hay consenso en cuanto a la conclusión; lo único en lo que están de acuerdo fue: ¡Qué suerte tienes de estar viva! Los registros médicos muestran, «de cualquier manera que los mires, que deberías estar muerta».

En cuanto a la razón para que esté viva, hay un total desacuerdo. Unos la atribuyen a la alternativa naturista que había tomado y que me ayudó hasta cierto punto. Otros sienten que fue mi reacción a la quimioterapia aunque varios dicen que la quimioterapia era absolutamente incapaz de lograrlo porque yo ya había llegado a un punto tan extremo que lo único que la quimioterapia hubiera logrado hacer sería acabar de matarme, habida cuenta de la debilidad que ella misma produce. Así que todas las conclusiones son conflictivas. Para mí, siento que me conecté con algo; mi estado de consciencia quedó alterado y eso me sanó. Eso fue.

Lilou Mace: 

Y, supongo que ya sabes de muchs otras historias de casos similares. El Dr. Jeff Long nos hablará, estoy segura, de los miles y miles de casos que él conoce. El oncólogo que estaba allí -y quiero traer esto a colación porque sé que está en muchos de los documentos- ya no contesta su correo. ¿Es él el mismo que está ahora en Hawái?

Anita Moorjani:

Quien está en Hawái es el Dr. Peter Ko, el mismo que voló a Hong Kong después de saber de mí, él vive parte de su tiempo en Hawái y parte en Pasadena -y había oído acerca de mí, porque dos personas distintas le informaron de la página en Internet del Dr. Long-, en dónde se narraba mi caso. El Dr. Peter Ko se dedica a investigar el tema de las «Curaciones Espontáneas»… Cuando la primera persona le avisó, él no la leyó debido a lo extensa que era pero cuando fue informado por segunda vez, vio en ello una señal y la leyó. Quedó tan intrigado que me buscó y hablamos telefónicamente. Me pidió que le envira electrónicamente algunas páginas de mi história médica, las del día de mi ingreso al hospital, etc;… se las envié, me volvío a llamar y dijo: «Los resultados de tus exámenes médicos son aterradores; de cualquier manera en que lo mire, tú deberías estar muerta ahora»… Así que voló a Hong Kong, fuimos al hospital donde todo había sucedido, examinó mi historia clínica y concluyó que no había posibilidad alguna de que yo hubiera salido viva de allí. Él obtuvo copias de mi historia clínica y las distribuyó a unas cinco instituciones especializadas en el cáncer, todas las cuales confirmaron que jamás habían visto una recuperación tan rápida… a partir de una etapa tan avanzada del cáncer.

Lilou Mace: 

¿Te habían dado apenas unas hora de vida, menos de 36 horas, a lo máximo?

Anita Moorjani:

 Sí, me habían dicho que, con suerte, apenas sería capaz de pasar la noche. Ni siquiera creían que sobreviviría esa noche. Incluso dijeron que las próximas pocas horas serían críticas. A él le confirmaron todo eso. Recientemente, después de que el libro fue publicado, en el cual aparece un testimonio suyo – él me había dicho que debería escribir un libro al respecto y que él mismo escribiría un testimonio allí para evitar que yo fuera presa de los escépticos.

Lilou Mace: 

Dinos, ¿qué pasó?

Anita Moorjani: 

Después que el libro apareció, muchísima gente intentó ponerse en contacto con él, incluso por internet; finalmente, tuvo que dejar de contestar su correo.

Lilou Mace:

 Tu libro, para aquellos que aún no lo han leído se llama «Muero por ser yo»... Es un hermoso, hermoso libro, delicioso, con la introducción escrita por Wayne Dyer. Allí explicas todo por lo que tuviste que pasar, tu niñez, cómo fuiste criada hasta llegar hasta hoy.

 

Anita Moorjani: 

¡Sí!

Lilou Mace: 

Debes estar muy orgullosa de la salida del libro y de formar parte de este seminario de «¡Tu también puedes lograrlo!», junto con todos los grandes autores de «Hay House»… definitivamente ahora eres uno de ellos. ¡La que encabeza la lista!

Anita Moorjani: 

Lo sé. Todavía me parece un sueño. Quisiera pellizcarme: ¡Oh, Díos mío!, ¿todo esto es verdad?. Cuando vi la primera copia de mi libro, una vez publicado, lloré. Era como si acabara de tener un bebé. Sí, así lo sentí. Fue verdaderamente maravilloso.

Wayne, quien ha sido igualmente maravilloso, me dijo: «Esto no es más que el comienzo de algo verdaderamente enorme para tí». ¡Sí!

 Lilou Mace: 

Observé al mundo. Lo hermoso es que uno tenga el coraje de vivir. Tú pasaste por esto, decidiste regresar, sabías que tenías una misión; ahora estás hablando de ello, escribiste un libro y estamos produciendo videos. Estos mensajes están sanando al mundo. Todo esto tiene repercusiones porque la gente está compartiendo los videos. ¡El video de nuestra última entrevista, hace un año, ha sido visto 300,000 veces! Tantísima gente lo ha comentado y compartido. Wayne Dyer ha comentado tu historia en su Facebook y en sus conferencias. Parece que esto no tuviera final. Es algo que la gente lleva consigo. Siento que lo fascinante e importante de las historias de las ECMs, de las cuales incluso estamos recibiendo muchos testimonios en este mismo momento mientras hablamos, es que ellas son capaces de abrirle una nueva dimensión a la gente. Hay algo detrás de esas historias que verdaderamente nos afecta de una manera profunda, incluso aunque uno no las haya vivido personalmente.

Anita Moorjani: 

Si, bueno, esa ha sido mi única razón para compartirla. Durante un breve lapso – antes de que Wayne Dyer descubriera mi historia y yo escribiera mi libro- tuve dudas, no en cuanto a mi historia -eso yo lo tengo muy claro y sé qué me sucedió- sino que dudé respecto a si el compartirla iba a ayudar a la gente o no. Estaba realmente preocupada respecto a que eso podría conducir a las personas a sentirse como si eso que me había sucedido a mi, por qué no les sucedía también a ellas ni a sus seres queridos. Por eso dejé de compartirla por un tiempo. Pero, entonces, comprendí que ese no era mi propósito. Mi propósito era compartirla, para eso había regresado. La gran cantidad de retroalimentación que he estado recibiendo de la gente es lo que me dá ánimos para seguir adelante. Para mí, no se trata sólo de vender libro. ¡Nada es capaz de hacerme más feliz que la gente me diga que he tocado sus vida de una manera que los ha cambiado hacia algo mejor o los ha ayudado, incluso a sanarse! He recibido cartas o correos electrónicos que, de veras, me han puesto a llorar. Eso es lo que me mantiene difundiéndola. Ah, y cuando digo llorar quiero decir lágrimas de dicha, de las que la gente experimenta cuando leen mi historia. Es entonces cuando exclamo: «¡Qué maravilla!¡Para esto fue que regresé!»

Lilou Mace: 

Pasemos a la parte del amor incondicional, -cuando te viste- la mayoría de las personas se ven saliendo de sus cuerpos, pasan por un túnel y se encuentran con seres queridos antepasados, o ¿no fue así exactamente cómo te sucedió?

Anita Moorjani: 

Lo mío fue un poco distinto. No pasé por un túnel. Muchas personas expertas en ECMs -es decir, estudiosos del tema- poseen distintas teorías al respecto. La mía no fue una muerte repentina. Algunas personas sufren una muerte repentina, por ejemplo, a partir de un accidente automovilístico o de un ataque cardíaco y sienten que sus cuerpos salen disparados, a través de un túnel. Pero la mía fue gradual, debido a que caí en coma. Bueno, esa es sólo una de las teorías. Yo no pasé por un túnel sino que sentí que me expandía, como si ya no fuera más mi cuerpo. Era como si yo sólo fuera un estado de pura consciencia; empecé a expandirme y lo primero que llené fue el recinto; y en seguida, llegué hasta mucho más lejos.

Ahora, respecto a lo que mencionaste del amor incondicional, eso si fue asombroso. No era sólo sentirme amada incondicionalmente sino que yo, simplemente, era amor, por el sólo hecho de existir. No por ninguna otra razón. También sentía un amor incondicional hacia todas y cada una de las personas y de las cosas, incluso hacia personas que pudieron haberme herido durante mi vida. Lo único que sentía por ellas era amor incondicional, compasión; yo sabía que sin importar lo que me hubieran hecho, aunque ello hubiera sido terrible, indistintamente, ellas seguían haciendo lo mejor que hasta ese entonces sabían y podían hacer. Fue como si yo entendiera, de una, lo que ellos habían hecho y por qué lo habían hecho. Así que no había… quiero decir, era como si ese sentimiento de amor incondicional ni siquiera fuera un sentimiento de perdón hacia quienes me habían lastimado, sino algo mucho más allá del perdón. Era algo como esto: «Entiendo por qué hiciste lo que hiciste; así que, en consecuencia, no existe nada que siquiera yo deba perdonar porque ahora entiendo y sé que no hiciste nada malo». Perdonar a alguien significa que ha obrado mal y por lo tanto lo perdono. Eso sería juzgar pero no había juicio alguno allí. Sólo tenía la comprensión, como yo si hubiera caminado kilómetro y medio en sus zapatos: Si yo hubiera estado en tus zapatos, habría obrado tal y como tú lo hiciste. Nada tengo que perdonarte. Ese es el tipo de sentimiento del amor incondicional. En ese reino, eso era lo único que era capaz de sentir hacia todos. Eso era lo que me rodeaba.

Me encontré con mi padre, quien había fallecido hacia diez años, y con mi mejor amiga, Soni, quien también lo había hecho, hacía dos años. También me rodearon otros seres a quienes no pude reconocer; pero todo lo que sentía de parte de ellos hacia mí, era amor incondicional. Ellos estaban allí sólo para ayudarme y guiarme, a lo largo de esta transición.

Lilou Mace: 

Hablas de que todos somos uno. Hablemos de eso. ¿Quiere eso decir que sentías lo mismo que ellos pero desde tu propia perspectiva del amor incondicional?

Anita Moorjani: 

Sí, de hecho, eso es lo que quiero significar al decir que todos somos uno. Cuando estamos en ese lugar de consciencia, en ese lugar en que no somos nuestros cuerpos, porque ya no tenemos uno, es como si todos estuviéramos conectados, todos fuéramos uno: ¡Todos somos parte de lo mismo! Por eso existe este sentimiento de total entendimiento de lo que cada uno de nosotros está sintiendo, pensando y cada cosa que nos lleva a hacer lo que estamos haciendo. Allá existe una empatía y compasión totales. Es como si nos conociéramos y todos estuviéramos conectados. Es como si fuéramos parte de una misma alma, de una misma consciencia. Todos somos uno como las facetas de la misma consciencia. Así es como yo lo siento.

Lilou Mace: 

¿En algún momento mantuviste conversaciones respecto a por qué viniste al Planeta Tierra o a haber vivido esa situación antes, mientras estabas allá?

Anita Moorjani: 

Lo más interesante es que el tiempo en ese reino es realmente distinto. Es como si no fuera lineal. Creo recordar algo que yo podría ahora interpretar como si perteneciera a vidas previas o pasadas. Se sentía como si estuvieran desarrollándose simultáneamente, allá, en ese ahora. Recuerdo «otra vida» con mi hermano, la cual podría uno interpretar como una vida pero cada cosa sucedía como si el tiempo y el espacio no existieran; independientemente de aquello en lo que me enfocara en ese momento – o que fuera relevante para mí-  eso era lo que se aparecía frente a mí, independientemente de si ello era relacionado con otra vida o con otro espacio en esta vida. Por ejemplo, viví a mi hermano tomando un avión en la India; era como si el tiempo y el espacio fueran irrelevantes, no lineales.

Lilou Mace: 

Háblanos de tu comprensión acerca del miedo. Muchos viven en medio de él durante toda su vida, temerosos de hacer cualquier cosa debido a las consecuencias. Eso nos limita mucho y de tantas maneras que ese planeta se nos está convirtiendo, para la mayoría de nosotros, en una prisión parecido a como vivías tu vida antes. Quizás aún tengas algún temor – o quizás no, no al mismo nivel que antes.

Anita Moorjani: 

Absolutamente estás en lo cierto. Comprendí en ese reino que mi vida había estado completamente limitada por el miedo. Lo que sucede cuando nos sentimos verdaderamente temerosos respecto a algo es que nuestras vidas se van empequeñeciendo cada vez más y más porque tenemos la tendencia a hacer cosas para evitar nuestros miedos, cosas que pueden llegar a paralizarnos completamente. ¿Qué es el miedo para mí? Le temía a todo, desde el más básico de todos; miedo a no caerle bien a los demás, miedo a no ser capaz de responder ante las exigencias de los demás, miedo a no ser lo suficientemente popular, miedo a no ser lo suficientemente buena, miedo al fracaso. Habían otros, tal y como miedo al cáncer a todas las cosas que lo producen- creía que los teléfonos móviles producían cáncer, que exponerme al sol causaba cáncer, que los hornos microondas causaban cáncer, que beber en botellas de plástico causaba cáncer, etc., etc., Básicamente creía que el sólo hecho de vivir en el Siglo XXI causaba cáncer, todo eso construyó una vida llena de miedos. Pasé por la experiencia de ver cómo dos seres cercanos a mí, de mi edad -una de ellas era mi mejor amiga, desde la niñez, como mi propia hermana – morían de cáncer. Me la pasaba leyendo estadísticas al respecto. En los Estados Unidos salen con pancartas diciendo que una de cada tres personas contraerán cáncer. ¡Qué locura!. Yo, con ver a dos seres, tan cercanos a mí, morir de cáncer, no pude evitar cuestionarme si yo sería la tercera persona. Y finalmente, tuve cáncer. Cumplí mi propia profecía. Sí, es muy interesante. Ahora creo que su precursor ni siquiera fue mi miedo al cáncer sino mi miedo a vivir. Es decir, comenzó con mi miedo a ser yo misma, mi miedo a convertirme en una expresión de mi propia verdad. Eso hizo que mi propia existencia se volviera cada vez más pequeña.

Lilou Mace: 

Cuando nos enfermamos se acrecienta el miedo y viceversa; eso se nos convierte en un círculo vicioso del cual no sabemos cómo salirnos. A muchas personas les gustaría pasar por una ECM… para después regresar.

Anita Moorjani: 

Por eso mi propósito es compartir mi historia para que la gente no tenga que esperar hasta tener una ECM. Lo que le digo a la gente que haga, si llegan a recibir un diagnóstico de cualquier clase de enfermedad, es que no se obsesionen con la enfermedad, que ni siquiera se obsesionen con curarse de la enfermedad. Sé que esto puede ser todo un gran reto pues al despertar cada mañana tenemos la tendencia a obsesionarnos con cómo es que vamos a curarnos, nos ponemos a leer y a investigarlo todo a través de la internet. El problema con eso es que realmente nos llena de aún más miedo porque, sin importar cuánto investiguemos, siempre vamos a encontrar algo más que contradice lo anterior. Eso fue lo que me pasó y me hizo confundir aún más. Y ahí no para todo sino que terminas por pasarte el día entero obsesionándote con la enfermedad. Les pido que en vez de obsesionarse con la enfermedad, dedíquense a encontrar las cosas por las cuales estar agradecidos con la vida, a encontrar las cosas que aun están saludables en ustedes y enseguida, váyanse a celebrear esas cosas. ¡Celebren la salud! No importa en qué lugar estén ahora respecto a su salud, bien o no bien, en vez de estar temiéndole a la enfermedad, en vez de estar constantemente buscando a la enfermedad, haciéndose exámenes y escaneos, les sugiero que salgan y celebren la salud.

Tenemos que aprender, como cultura total que somos, como sociedad que somos, a celebrar la salud. No se nos enseña cómo ver la salud. Lo único que hacemos, como sociedad, es ver cómo nos engordamos, nos volvemos diabéticos, esto o aquello. No cómo es estar saludables. Abundan los avisos sobre el crecimiento del cáncer, la obesidad y la diabetes. No nos dicen cómo hacer para que no sigan creciendo. Lo único que nos dicen es que estamos ingiriendo demasiadas comidas rápidas. Sal de tu vivienda, pon el pie en la calle y verás por todas partes establecimientos dedicados a exponer comida rápida, comida basura. Es muy difícil conseguir comida saludable. No se nos dice cómo lograrlo con facilidad. Esa no es la generalidad. Lo común es que la publicidad nos lave el cerebro para que consumamos comida chatarra. Y enseguida, nos rematan diciéndonos que somos diabéticos, obesos, etc. Y, de ahí, partimos para generar miedo.

Lilou Mace: 

Eso es útil para algunas personas cuyas billeteras se están llenando. Desafortunadamente el mundo se ha vuelto muy avaro. Parece como si nunca fuera suficiente. Todo en nombre de las ganancias, en nombre de acumular más y en nombre de carecer de tiempo. Por esto estas conversaciones son tan importantes pues se empieza a ver la vida bajo una nueva luz, a ver la realidad… tal y como es, no como se nos está imponiendo.

Anita Moorjani: 

Exactamente. Creemos que las enfermedades se deben a nuestros genes, y no a nuestro estilo de vida. Y cuando digo estilo de vida no incluyo sólo lo que ingerimos; eso, apenas, sería parte de ello. Definitivamente no lo es todo. Ante todo, incluyo nuestro estilo de vida basado en el miedo, el miedo a contraer cáncer, diabetes, etc. Más aún: incluyo el miedo a creer que no somos lo suficiente. Somos muy competitivos. Creemos que debemos ser más, trabajar más duro, ganar más dinero, etc. De nuevo, todo eso es una manera de pensar, basada en el miedo. Se nos lava el cerebro desde la niñez para ser basados en el miedo.

Mi mayor deseo para todos y para este mundo, es ver eso tal y como eso es. Ver el daño que nos está causando. Ver en lo que nos ha convertido. A que somos una sociedad basada en el miedo se debe que tengamos tantos problemas en el mundo. Es la razón para que seamos tan intolerantes los unos con los otros: le tememos a lo diferente, no lo acogemos, no lo aceptamos, no amamos a nuestros vecinos; ni siquiera nos amamos a nosotros mismos. ¡He aquí nuestro problema! Crecemos odiándonos, temiéndonos; odiando hasta nuestros propios cuerpos. Por lo tanto, mi deseo más grande es que lo veamos tal y como es. Que las personas visualicen cómo se vería el vivir una vida plena de salud, pues eso nadie nos lo enseña. ¡No visualizamos una vida plena de salud! Para mí, es una en el cual cada persona está en contacto con quién cada uno es, con su yo auténtico. Eso significa no sólo en cuanto al hacer sino en cuanto al comer, al no estar preocupados respecto a lo que los demás piensan de uno y no preocuparse por perseguir ni buscar. Eso significa sólo confiar. Lo único que tengo que hacer es ser yo mismo. Nuestros cuerpos saben qué comer; confiemos en ellos. Eso es válido inclusive en términos de qué comer, qué hacer, a quién seguir –sigan sus corazones.

Lilou Mace: 

Y al permitir, permitirle a la vida desenvolverse.

Anita Moorjani: 

Exactamente. Permitámosle a la vida desenvolverse. Dejémosla que se desenrrolle ante nosotros, en ves de tener que perseguirla, buscarla o controlarla. ¡Nos convertimos en fanáticos del control! Y ¡ese también es resultado del miedo!

Lilou Mace: 

¡Oh, la, la! ¿No es jugoso todo esto? ¡Oh, Dios mío! ¡Esto es muy jugoso! ¡Hay que compartirlo! ¡Tenemos que compartirlo con todo el mundo! Anita, muchísimas gracias.

¡Oh, Dios mío! Te expresas tan deliciosamente. ¡Estoy tan contenta! ¡Miren la jugosidad que tengo aquí! ¡Miren a quién tengo aquí; la estoy tocando!

Anita Moorjani: 

¡Te amo, Lilu! Me queda un mensaje. ¡Qué interesante pero siento que debo compartirlo ahora! Tiene que ver con el amor incondicional.

Una persona llamó durante una de mis entrevistas por radio y dijo que su esposo pensaba dejarla pero que ella no quería dejarlo ir e intentaba forzarlo a quedarse. Le respondí algo, en ese momento. No tengo cómo volverme a conectar con ella y este mensaje es aplicable a muchas personas. Así que me siento impulsada a decirlo ahora. Después de esa llamada, algún tiempo después, me llegó. Realmente debí haberle contestado así: Cuando verdaderamente aprendemos a amarnos incondicionalmente, aprendemos a amar a los demás… también incondicionalmente. Si queda algo pendiente por resolver en una relación, la conversación que verdaderamente quisiera que sostuvieras con tu pareja sería como sigue: «Te amo incondicionalmente y quiero que obtengas lo que deseas de tu vida; pero si lo que deseas va en contra de mis valores o en contra mía, también me amo a mí misma incondicionalmente como para no soportarlo». En otras palabras, la diferencia entre el concepto del amor normal humano que tenemos la tendencia a practicar en la vida física, el cual tiende a imponer condiciones – hasta tiende a firmar contratos tales como el matrimonial- y a crear expectativas para que las personas lo respeten, independientemente de si nos aman o no; en cambio, el amor incondicional significa que si uno ama al otro incondicionalmente, lo que uno desea para el otro es igual a lo que el otro quiere para sí mismo. Pero si lo que el otro quiere para sí mismo, difiere de lo que tú quieres de esa relación, el mismo amor incondicional que te tienes, es la puerta para que abandones esa relación. Ahora, si el otro no quiere perderte, si te ama, estará dispuesto a darte lo que quieres, y permanecerá en la relación. Y esa será una relación mucho más real que una basada en condiciones, nacida de la obligación.

Lilou Mace: 

¡Vaya esas sí son palabras de un gran calibre, estoy segura, para muchísima gente! He ahí de lo que se trata una práctica directa. ¡Acabas de lanzar una muy grande, estoy segura! ¡Gracias!

Anita Moorjani: 

El placer ha sido mío. Sentí que tenía que decirlo. Sí.

Lilou Mace: 

¡Qué bueno! ¡Me alegra mucho que lo hubieras hecho! Eso hace parte de la guía espontánea, de vivir en el momento, de expresar lo que uno siente y de que todo se nos canaliza de la mano con el universo.

Anita Moorjani: 

Exactamente. Así es para todos. Esa es la verdad al respecto. Personalmente siento que uno no debe entrometerse, cual gurú, pues siento que cada uno lleva su propio gurú por dentro. ¡Escucha el tuyo!

Lilou Mace: 

Muy, pero muy, importante. ¡Gracias , Anita!

Anita Moorjani: 

El placer es mío. ¡Es tan placentero hablar contigo, Lilu!

Lilou Mace: 

¡Apenas puedo aguantarme a verte mañana allá arriba, en el escenario, con Wayne Dyer!

Anita Moorjani: 

Estoy muy emocionada! Wayne Dyer ha sido absolutamente maravilloso y estoy muy emocionada de estar en el escenario con él. Te saludaré con mi mano, desde allá.

Lilou Mace: 

¡Sí! Con mucho amor para todos los hermosos co-creadores. Con muchísimo amor desde Glasgow, Escocia, aquí con Anita Moorjani. Su libro es: «Muero por ser yo». Deben leerlo. Busquen sus videos. Gracias por todo el apoyo de ustedes a «Viviendo Jugosamente». Gracias por sus donaciones. Este es el trabajo de nuestro tour. Estoy muy agradecida de haber podido llevar nuestra pequeña cámara alrededor del mundo para grabar a personas tan sorprendentes como Anita. Muchas bendiciones para todos ustedes.

Anita Moorjani:

 ¡Namasté!

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