Estando en un sauna, conmigo se encontraban 2 mujeres adultas y un hombre. Comenzaron a platicar de religión, dando puntos de vista en cuanto a críticas que dan y reciben dentro de una misa. Luego la conversación paso hasta el punto en donde todos los hombres y las mujeres son iguales, viniendo esto de ambas partes. Las mujeres hicieron ver sus pensamientos con desprecio hacia los hombres. El hombre un poco más abierto comenzó a bromear sobre frases o pensamientos propios de la situación. Para esto mencionó de como existe un pensamiento de como un hombre decepcionado pero a su vez con un sentimiento paternal dice: “Todas las mujeres son iguales, excepto mi mama y mi hermana”.
Esto me llevo a meditar detalladamente lo que este pensamiento refleja y puede llegar a significar. Si cada hijo y hermano en todo el mundo pensara de la misma manera realmente ninguna mujer seria igual, de la misma manera que cada hija y hermana pensara lo mismo acerca de su papa y hermano.
Tener este tipo de pensamiento significaría creer en la posibilidad de que el creador no se equivoca, que no crea imperfecciones, que somos únicos en todo sentido. ¿Será?
Somos creados en su semejanza. Cada uno de nosotros somos perfectos en toda la extensión de la palabra. En todo el planeta no existe una sola copia de nosotros, no la hay.
Sin embargo, en la actualidad nos expresamos y manifestamos de acuerdo a un pensamiento colectivo que sólo esconde al genio que cada uno de nosotros lleva dentro, a esa maravillosa herramienta que se nos ha dado para lograr establecer fundamentos sólidos en las relaciones humanas, el amor.
Pensamos que X persona o situación no debería de ser tal y como es, sin embargo esto no nos lleva a la felicidad. No logramos comprender la magnitud de pertenecer a esta especie a la cual llamamos seres humanos.
Escondemos nuestros verdaderos sentimientos y expresamos en su lugar lo que la sociedad nos ha hecho creer, que el mundo y la vida son crueles y que debes de protegerte.
Sin embargo, nuestra fuerza y voluntad nos da la habilidad de poder cambiar. Si algo no te gusta lo puedes cambiar. Si sientes que en este momento no eres la visión más grande que tienes sobre ti, puedes cambiar. El cambio no está en las personas y el mundo que te rodea. Esto es mucho más sencillo. Esperar que el cambio pase afuera es como tratar de encontrar una aguja en un pajar, simplemente absurdo.
Dejar que el mundo externo cambie para nuestro bien es no sólo extenuante, sino egocentrismo. Date cuenta que se nos ha otorgado una maravillosa herramienta en cada uno de nosotros que nos lleva a encontrar la divinidad en cada acto de bondad de la vida tiene para nosotros. Sabe que la mejor forma de cambiar el mundo no es esperando que el mundo externo cambie, sino empezando con el interno.
Platica con la persona en el espejo, hazle saber que todo está bien. Pero si algo no te gusta lo puedes cambiar, pero no de una forma revolucionaria, no desde afuera, sino desde esa herramienta perfecta que cada uno de nosotros posee, nuestro corazón.
Tú amigo en la salud
Hugo Robin – DespertandoSalud.com